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Yo sí que no valgo

Hay algunos concursos que me gustan. Al menos despiertan mi curiosidad. Uno de ellos es el formato «tú sí que vales». Y me refiero al formato, porque es un tipo de concurso explotado ya en diferentes ediciones, de diferentes países y con diferentes nombres.
En él, el personal que acude nos muestra sus habilidades de cualquier índole. Desde doblar servilletas con los dientes y a la pata coja hasta interpretar el capricho 24 de Paganini con sólo tres cuerdas de violín.
Hay sin embargo un par de aspectos que siempre me desagradan.
Por un lado, el uso de los niños. Sí… sí… digo el «uso» porque realmente creo muchas veces que son los propios padres los que usan a sus hijos como medio o camino para expresarse o presentarse en la televisión… o en la vida… Realmente un niño de 6 años está interesado en dar esas formidables piruetas que requieren tantas horas diarias de esfuerzo? Saca tiempo suficiente como para jugar, relacionarse y divertirse? No es realmente un padre/madre en pequeñito lo que estamos viendo?
Por si acaso, me aplico el cuento y he decidido que mis hijos sólo van a estudiar música tres horas al día y que podrán elegir entre dos carreras universitarias que les propondré en su momento. Quiero que sean ellos mismos…
Volviendo al concurso, luego está el tema del ojo. Ese ojo que para curarse necesita una operación millonaria y que sólo realizan en Seattle un determinado par de manos expertas y que requiere además nosequé pócima secreta para sanarse. Para costear la operación y el viaje, su dueño primero nos muesta un interesante y detallado documental sobre su ojo y su enfermedad y luego nos inflige una lacrimógena versión de Nessum Dorma que arranca los aplausos de todo el plató…
Vamos a ver, eso se llama chantaje emocional. O chantaje a secas. No me cuentes ni tu vida ni la de tu ojo y… Canta! Si eres bueno y realmente vales, ya irás a Seattle…

Duelo de titanes: trabajador vs. empresario

Es una historia ya muy antigua. Casi desde que el hombre es hombre. Diferencias y desigualdades entre la persona o empresa que requiere un servicio o trabajo y la persona que lo brinda. Trabajadores contra empresarios. La historia de nunca acabar.

Recientemente hemos tenido una pequeña debacle en nuestra empresa. Al final parece que todo se ha reconducido sin más consecuencias. Al menos, sin consecuencias graves. De todas formas, el desafortunado desencuentro me hace reflexionar sobre el comportamiento y la actitud hacia la gente que trabaja «con» (y no «para») nosotros. ¿es una quimera la búsqueda de relaciones armoniosas entre trabajador y empresario? ¿Realmente el empresario es siempre un explotador? ¿el trabajador siempre «barre pa dentro»?¿es una utopía pensar que el trabajador debe sentirse empresa?

Me miro y me remiro: no me veo aspecto de cabrón, la verdad. Creo que tampoco ni me aprovecho ni me he aprovechado de nadie. ¿Por qué entonces a veces las cosas no funcionan como deberían funcionan? De nuevo me viene a la mente la utopía…

No valgo para estar fiscalizando el trabajo de los demás, ni las horas empleadas en determinadas tareas, ni evaluar determinados comportamientos. Prefiero gestionar ideas, proyectos y tendencias que dirijan el rumbo de mi empresa. Me gusta rodearme de gente implicada que disfrute de su trabajo y que se sientan empresa (¿de nuevo la utopía?). Me gusta ser honesto con la gente que me rodea. Me gusta crecer en grupo y compartir éxitos. Me gusta felicitar y alabar y premiar.  Eso sí… ante lo contrario… no me tiembla el pulso. Alguno que otro da fe de ello.

La maravilla humana

El cuerpo humano es un sistema realmente asombroso. Tiene una capacidad propia de autogestión y administración de recursos francamente espectacular.
Por poner un ejemplo, su manejo y economía del agua es sorprendente.
La cantidad de agua presente en el organismo está estrechamente ligada a la cantidad de electrolitos. La concentración de sodio en la sangre es un buen indicador de la cantidad de agua existente en el organismo. El cuerpo trabaja para mantener el nivel de agua total y por lo tanto, para que el valor de sodio en la sangre sea constante. Cuando éste es demasiado alto, el cuerpo retiene agua para diluir el exceso de sodio. Para ello se van disparando paulatinamente mecanismos neurológicos (aparece la sed) y hormonales (la hipófisis secreta la hormona antidiurética y se produce menos orina).
De esta forma el cuerpo preserva el volumen sanguíneo y mantiene la presión arterial en limites aceptables.
En caso de existir compromiso mayor, el sistema circulatorio toma cartas en el asunto. Aumenta la frecuencia cardiaca para hacer más eficiente el uso del poco volumen que queda. Se produce una vasoconstricción generalizada como intento desesperado de mantener la presión…
Los sistemas restantes funcionan de forma similar. El sistema digestivo se autovigila y autoregula de igual manera. El sistema respiratorio, en situaciones de alarma, desesperación… optimiza su extracción de oxígeno de forma casi prodigiosa. El sistema linfático autoequilibra sus competencias de forma impecable. Los sistemas inmunológicos reparan, parchean, sellan y envuelven agresiones externas, amenazas, grietas…
Mecanismos que trabajaban de forma antagónica, ante una adversidad lo hacen de forma si sinérgica. Las células con capacidades pluripotenciales hacen buen uso de su magia…
Todo está orquestado para lograr nuestra supervivencia a toda costa.

Pero lo verdaderamente alucinante es ver cómo una enfermedad severa, un cáncer, es capar de devorar en el cuerpo de un joven uno a uno todos estos sistemas. Es alucinante ver cómo el cuerpo se resiste. Cómo van cayendo uno a uno todos los bastiones. Cómo el cuerpo grita de forma desesperada pidiendo ayuda… Le faltan recursos… En su juventud, la lucha es intensamente frenética, extenuadora. Está decidido a llegar al límite…

Y llega un momento en que todo se relaja. El caos es ya demasiado grande. El cuerpo ha perdido su batuta…

Noemí, te queremos.

Unidos para siempre

Corría una calurosa tarde de hace exactamente cuatro años ahora, cuando una pareja de novios se encamina a una conocida joyería del centro de Madrid.

-Buenos días, veníamos a encargar nuestras alianzas de boda

-Muy bien. ¿modelo «clásico» o de perfil «avellanado»? Son más cómodas estas últimas.

La pareja se decanta por el perfil avellanado. El dependiente les ha convencido con sus argumentos.

-¿Y el modelo? ¿tienen ya escogido el tipo de alianza? -inquiere el vendedor-

-Sí, van a ser alianzas diferentes

-¿Diferentes? ¿no van a llevar la misma alianza?

-Efectivamente. No llevaremos la misma alianza.

-Perfecto. Si me permite, vamos a medir el diámetro del dedo para que ajuste adecuadamente.

El vendedor saca su muestrario de tallas, y busca convenientemente la talla correcta para cada uno de los novios.

-¿Y las inscripciones? ¿Van a poner nombres y fechas? -Vuelve a preguntar el vendedor-

-Sí. 13-7-2007 Evaluna para mí. -Contesta la novia-

-Perfecto. 13-7-2007 Eva Luna. -Confirma el vendedor-

-No, 13-7-2007 Evaluna.-Corrige la novia-

-¡Ah! Correcto. Gracias, Eva.

-No, yo no soy Eva… Soy Ana

-Pero… ¿la alianza no es para usted?

-Sí, lo es, pero me llamo Ana.

-Entonces… Eva de nombre y Luna de apellido…

-No, es Evaluna. Si me permite, se lo voy a escribir yo misma en la hoja de pedido.

El vendedor no podía entenderlo. Una dependienta cercana comenzaba a mirar de reojo la escena…

-¿Y para usted? -Inquirió el dependiente dirigiéndose al novio-

13-7-2007 Mstislav

-¿Es usted Mstislav?

-No, soy Manuel

-Pero ¿no decían que las alianzas son para ustedes?

-Sí, efectivamente lo son. Por favor… limítese a escribir los nombres y las fechas que le estamos indicando. M-s-t-… -deletreó-

-Correcto. No hay problema. ¿A nombre de quién pongo el pedido? ¿A nombre de Eva?

-A nombre de Ana y Manuel, por favor -Respondió el novio-

El vendedor no encontraba sentido alguno a la situación en la que se encontraba embarcado. La dependienta, que antes se encontraba escasamente a un par de metros, se había acercado a la escena para confirmar en primera persona que los nombres y las fechas que los novios habían solicitado estaban correctamente escritas en la hoja de pedido.

-Pefecto. No hay problema. Aproximadamente en 10 días las pueden recoger.

-Muy bien, muchas gracias -se depidieron los novios-

-Gracias a ustedes. Adios Eva, Adiós… -comenzó a despedirse el vendedor-

-Ana, me llamo Ana -respondió la novia mientras se alejaba del mostrador-

Los novios salieron de la joyería esbozando una incontenible sonrisa. Atrás quedaban los dos dependientes, absolutamente perplejos.

¿Quién tiene «la vez»?

Hoy me he sentido inmensamente feliz. Durante unos breves instantes he tenido en mi posesión uno de los bienes más preciados de la humanidad: «la vez».
Ya de niño, me angustiaba bastante que, al entrar en establecimiento, el personal inquiriera a mi alrededor sobre «la vez»:

  • ¿Quién tiene la vez?
  • ¿Quién me da la vez?
  • ¿La vez, por favor
  • Yo tengo la vez

Una vez determinado quién estaba en posesión de «la vez», inmediatamente, y sin mediar ningún tipo de contacto o transferencia entre un interesado y otro, «la vez» cambiaba de dueño; se transfería su posesión o autoría.
Este momento recuerdo que siempre me dejaba perplejo.
Por descontado, nunca fui poseedor de tan preciado bien. Desconocía absolutamente los protocolos de entrega y recepción, así como instrucciones para su correcta custodia. Además, por ende, no sabría identificar «la vez».
Hoy, en la carnicería, mi dicha ha sido plena. He sido merecedor de la vez durante unos minutos. La he recibido, custodiado y entregado de manera protocolaria y serena, sin aspavientos ni dubitaciones. Una actuación ciertamente impecable y profesional.
Si hubiera tenido a mi alcance la Wikipedia hace unos años…

Y tú ¿de quién eres?

Recibo ayer una llamada al móvil, desde un número indescifrable:

-Hola! Soy fulano (ni recuerdo el nombre), cuñado de Edu (creo que dijo). Que te llamo porque tengo un problema con un disco duro de mi cuñada (me parece recordar). Lo he pinchado y parece que hace un «cla cla cla» al moverse…

Estuvo unos minutos contándome que lo había pinchado en otro ordenador, como maestro, como esclavo, los datos que tenía. Todo ello con total naturalidad y confianza, como si nos acabáramos de ver… pero lo cierto es que no tenía ni idea de quién era! Claro, después de su charla… me daba nosequé decirle «pero vamos a ver ¿tú quién eres?»

Al finalizar su exposición me dice:

-¿Qué piensas? Mal asunto ¿no?

Le conté mi parecer y posibles (pocas) soluciones.

Tras otra pequeña charla sobre el asunto me pregunta:

-Bueno ¿y qué tal todo? Creo que os habéis mudado de local de trabajo ¿no?

¡¡¿Y quién es este hombre?!!

-Sí, nos hemos mudado a un nuevo local más grande, con luz natural, más cómodo. Ya sabes… como ahora somos más trabajando… Pásate un día a verlo! Seguro que te gusta!

-Claro, hombre. Y por lo demás ¿todos bien?

-Sí, sí… ya sabes… mucho curro… todos bien…

No me atreví a preguntarle por lo suyo… ni por cómo estaba aquello… por prudencia…

Nos despedimos, amigos como siempre, hasta la próxima. ¿es frecuente que pasen este tipo de cosas? A mí no es la primera vez que me ocurre. Qué cosas tiene la vida…

Internal Dummy Connection en Apache

 

El otro día observé que las conexiones web a uno de nuestos servidores estaba tremendamente ralentizada

Hace unos minutos habrán notado que este blog y el resto de los blogs alojados en nuestro servidor dedicado iban bastante lentos. He mirado los logs y me he encontrado con una infinita lista de mensajes como este:

::1 – – [08/May/2011:07:12:03 +0200] «OPTIONS * HTTP/1.0» 200 – «-» «Apache/2.2.9 (Debian) PHP/5.2.6-1+lenny9 with Suhosin-Patch mod_ssl/2.2.9 OpenSSL/0.9.8g (internal dummy connection)»
::1 – – [08/May/2011:07:24:12 +0200] «OPTIONS * HTTP/1.0» 200 – «-» «Apache/2.2.9 (Debian) PHP/5.2.6-1+lenny9 with Suhosin-Patch mod_ssl/2.2.9 OpenSSL/0.9.8g (internal dummy connection)»
::1 – – [08/May/2011:07:41:34 +0200] «OPTIONS * HTTP/1.0» 200 – «-» «Apache/2.2.9 (Debian) PHP/5.2.6-1+lenny9 with Suhosin-Patch mod_ssl/2.2.9 OpenSSL/0.9.8g (internal dummy connection)»
::1 – – [08/May/2011:07:41:35 +0200] «OPTIONS * HTTP/1.0» 200 – «-» «Apache/2.2.9 (Debian) PHP/5.2.6-1+lenny9 with Suhosin-Patch mod_ssl/2.2.9 OpenSSL/0.9.8g (internal dummy connection)»
::1 – – [08/May/2011:07:41:36 +0200] «OPTIONS * HTTP/1.0» 200 – «-» «Apache/2.2.9 (Debian) PHP/5.2.6-1+lenny9 with Suhosin-Patch mod_ssl/2.2.9 OpenSSL/0.9.8g (internal dummy connection)»
::1 – – [08/May/2011:07:41:37 +0200] «OPTIONS * HTTP/1.0» 200 – «-» «Apache/2.2.9 (Debian) PHP/5.2.6-1+lenny9 with Suhosin-Patch mod_ssl/2.2.9 OpenSSL/0.9.8g (internal dummy connection)»

Además accediendo por ssh y ejecutando el comando top -c mostraba un infinito número de procesos root ejecutándose en la máquina. Ya os podéis imaginar el susto que me he llevado. He acudido rápidamente al Gran Hermano Google y, afortunadamente, he hallado la solución rápidamente. En realidad no había motivo de alarma, más allá de la ralentización provocada. Esos internal dummy connection no son más que llamadas del propio servidor hacia sí mismo, que al parecer se realizan cuando hay muchas peticiones, mucho tráfico entrante, y no es capaz de atenderlas a todas.

La solución es bien sencilla, tan sólo hay que colocar estas líneas en el archivo .htaccess del dominio principal del servidor:

RewriteCond %{HTTP_USER_AGENT} ^.*internal dummy connection.*$ [NC]
RewriteRule .* - [F,L]

Ni con el pétalo de una rosa

Ayer asistí a la representación de Ni con el pétalo de una rosa, una obra de Nieve de Medina, protagonizada por Arantxa Aranguren, Marta Poveda, Nieve de Medina y Rafael Rojas. Como aliciente especial para mí contaba con la aparición de mi querido amigo Ángel como encargado de dar el punto musical a la representación.

La obra presenta un tinte algo desgarrador, en el que la música de violín (a cargo de Ángel) coqueteaba con el propio devenir de la obra. Como dato curioso os comento que se representa, no en el interior del teatro, si no en el vestíbulo del mismo. Nieve de Medina la concebió para representarla en este concreto lugar, con este concreto elenco de actores.

La interpretación me pareció soberbia, y me introdujo de pleno en la trama a los pocos minutos de su comienzo.

La temática… el maltrato de género. Un tema sin duda de actualidad desarrollado a lo largo de toda la representación con bastante rigor y dureza.

Gracias a los participantes por el rato que me hicisteis pasar. Gracias Ángel… por tu arte 🙂

Lorenzo da Ponte: tras la sombra de las Bodas de Fígaro

Ayer tuve el placer de asistir a la representación de Las bodas de Fígaro en el Teatro Real. La representación tuvo una calidad magistral y la escenografía realmente impecable. No todos los cantantes mantuvieron la misma calidad, pero bueno… el conjunto fue realmente formidable.

Le nozze di Figaro es una ópera bufa (drama jocoso) en cuatro actos compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart sobre un libreto de Lorenzo da Ponte, basado en la pieza de Pierre Augustin Caron de Beaumarchais, Le mariage de Figaro. Fue compuesta entre 1785 y 1786 y estrenada en Viena el 1 de mayo de 1786 bajo la dirección del propio Mozart.

Escrita en italiano, es considerada como una de las mejores creaciones de Mozart y como una de las óperas más importantes de la historia de la música. A pesar de recibir muchas críticas en su época, logró grandes éxitos en sus representaciones.

Hasta aqui, la información pública que es más o menos de dominio público. Indagando un poco y gracias a unos comentarios vertidos por mi amigo Willy al respecto, he descubierto que la vida de Lorenzo da Ponte (el autor del libreto) está repleta de aspectos interesantes.

De entrada, comentar que Lorenzo da Ponte está detrás ni más ni menos que de las tres óperas seguramente más famosas de Mozart: Las bodas de Fígaro, Don Giovanni y Cosí fan tutte.

Emmanuele Conegliano,  nombre original de Lorenzo, nació en 1749 en la pequeña judería de Ceneda. Su padre, Geremia Conegliano, judío y cordovaniere de oficio (fabricante de artículos de cuero o zapatero) deseando casarse en segundas nupcias con una católica, se hizo bautizar con gran solemnidad junto con sus tres hijos Emmanuele, Baruch y Ananias que recibieron los nombres cristianos de Lorenzo, Girolamo y Luigi respectivamente. De acuerdo a una costumbre de ese tiempo, Geremia, ahora Gasparo, adoptó el apellido del obispo que le administró el sacramento, Monseñor Lorenzo Da Ponte. Desde ese día Emmanuel Conegliano pasó a la historia, adoptando el nombre del obispo que presidió el acto: Lorenzo Da Ponte.

Previendo que el segundo matrimonio de su padre les acarrearía probables dificultades financieras, pidió al obispo, junto con su hermano Girolamo, que los admitiera en el seminario local.

Rápidamente se desarrolló en él pasión por la poesía; traducía del latín al italiano y viceversa, adquiriendo notable facilidad para abordar cualquier tipo de estilo o métrica. A la muerte de Monseñor Da Ponte fue enviado al Seminario de Portogruaro. Allí comenzó a estudiar matemáticas y filosofía, pero sin ninguna inclinación. En 1772 fue nombrado profesor de retórica y vicerrector del seminario, y el 27 de marzo de 1773, diez años después de su ingreso en el seminario, se ordenó sacerdote. Unos seis meses después, abandonó el seminario y partió para Venecia en busca de fortuna.

En aquellos tiempos era Venecia un lugar internacional de diversión comparable a Las Vegas de hoy día. Permaneció allí un año y se vio envuelto en una serie de aventuras poco recomendables; se dedicó a amores más o menos borrascosos y se le implicó en corruptas andanzas; vivió en diversas casas de la nobleza en calidad de preceptor y secretario; se puso esta vez al servicio como profesor particular de un aristócrata, Giorgio Pisani, personaje de ideas semejantes a las suyas y casi tan peligroso como él. De hecho, Pisani, que estaba enfrentado a toda la oligarquía veneciana, no tardó en ser arrestado, siendo Da Ponte desterrado acto seguido de Venecia “y de todas las otras ciudades, tierras y lugares del Serenissimo Dominio, terrestres o marítimos, en naves armadas o desarmadas, por quince años”. El proscrito Da Ponte huyó a Gorizia, territorio que pertenecía a Viena y donde también había encontrado refugio su íntimo amigo y compañero de francachelas venecianas Giacomo Casanova.

En Gorizia se le admitió en la Arcadia poética local con el nombre de Lesbonico Pegasio. Allí coincidión con un viejo amigo, el poeta Caterino Mazzolà, al que pidió que le buscase una posición allí, y al recibir una carta alentadora, abandonó Gorizia dirigiéndose a Dresde, probablemente en diciembre de 1780. En el camino, se detuvo en Viena, ciudad enlutada por la muerte de María Teresa. Esto nos ubica con bastante aproximación en el tiempo, pues la desaparición de la emperatriz ocurrió el 29 de noviembre de ese año. Al verse privado de diversiones de cualquier tipo, su estancia allí no pasó de tres días. Cuando llegó a Dresde descubrió que la carta de invitación era falsa; un enemigo suyo en Gorizia había interceptado la carta legítima de Mazzolà, en la que éste le expresaba la imposibilidad de hallar oportunidades para él. Su adversario había ideado una carta con una designación trabada. Da Ponte permaneció cerca de un año en Dresde.

A principios de 1782 llega a Viena. Mazzolà le había dado una presentación muy cordial para un alumno de Gluck: Salieri. por entonces tuvo que contentarse con el discreto título de “autor dramático” y con un sueldo de mil doscientos florines por año. Su obligación: escribir unos “dramas cómicos”. Hasta entonces jamás había intentado escribir un libreto de ópera. Comenzó entonces la colaboración de Da Ponte con los músicos de la corte. Salieri probó sus facultades ocupándole activamente en la adaptación de otras óperas.

El éxito de la actividad vienesa de Da Ponte y de su colaboración con Mozart se vio continuado con la invitación de abandonar la ciudad por los enfrentamientos con Leopoldo II, el nuevo emperador. Da Ponte hizo representar en Trieste una tragedia y un “pasticcio musicale” titulado «L’ape musicale«, pero también se ve obligado a abandonar Trieste, aunque en esta ocasión en compañía de una joven que se convertirá en su esposa: Nancy Grahl. Con ella tuvo cuatro hijos que llevaron el apellido de la madre.

Lorenzo comprendió que no podía esperar mucho más de Leopoldo II y forjó el proyecto de irse a París, pero antes visitó a Giacomo Casanova, que vivía en el castillo de Dux, donde estaba a cargo de la biblioteca del conde de Waldstein. Casanova le dio tres consejos valiosos: en primer lugar, le dijo que no fuera a París, sino a Londres; que, ya en Londres, no pisara el Café Italiano y, sobre todo, que no firmara ningún papel. Lorenzo, en sus Memorias , se lamenta de no haber seguido esas dos últimas recomendaciones.

En Londres, había un teatro italiano, cuyo propietario se llamaba W. Taylor, que ya contaba con un compositor, Vincenzo Federici, y con un poeta, Badini. Las esperanzas de que hubiera allí un lugar para Da Ponte eran muy pocas. Pero Badini cometió una sucesión de errores y locuras y fue despedido; entonces Taylor contrató a Lorenzo. De a poco, el empresario empezó a mostrar más y más confianza en el «improvisador» y, por último, le entregó prácticamente la dirección artística y la administración de la sala. Pero Taylor fue más allá de lo pensado e involucró a Lorenzo en sus negocios. Firmaba pagarés, cuyo garante era el infortunado Da Ponte, sin chistar. Durante tres años, Lorenzo se sintió el dueño de la temporada italiana de la ciudad. Taylor, para tener conforme a su hombre orquesta y, sobre todo, para mantenerlo en su estado de temeraria inocencia, lo envió a Italia en busca de nuevos cantantes y le dijo que se distrajera un poco y volviera a ver a su familia en Ceneda.

No importaba adonde fuera Lorenzo, los problemas lo perseguían o quizás él corría detrás de ellos. Tuvo todo tipo de dificultades en Italia. En Venecia, adonde se le permitió volver, cometió una grave imprudencia: por defender a una mujer a la que el marido no sólo pegaba sino que había planeado matar, se vio envuelto en un enredo que casi le valió la cárcel. Debió huir una vez más de Venecia y emprendió el regreso a Inglaterra.

Cuando, por fin, Da Ponte regresó a Londres, a «su» teatro, los guardias del rey lo arrestaron por deudas (los pagarés de Taylor). Sus amigos y familiares pagaron una caución y fue puesto en libertad, pero después volvieron a arrestarlo por otro pagaré; lo liberaron de nuevo y de nuevo lo detuvieron. En el lapso de tres meses, fue treinta veces a prisión y treinta veces logró salir. Se declaró en bancarrota.

Comenzó entonces una nueva etapa en la vida del libretista. Para ganarse la vida, con el poco dinero que conservaba, abrió una librería italiana en Londres. Con muy buen criterio, fue adquiriendo libros y creando un público para su comercio. Entusiasmado, quiso abrir un local más grande y se endeudó. Incapaz de equilibrar su economía y de alejarse de las complicaciones, en poco tiempo alcanzó un récord: se enteró de que había once órdenes de arresto en su contra, por pagarés antiguos (de Taylor) y nuevos (de Lorenzo) impagos. No tuvo más remedio que escapar con su mujer y sus hijos a Estados Unidos, donde vivían su cuñada y sus suegros.

Da Ponte desembarcó en Filadelfia el 4 de junio de 1805 y se estableció con los suyos en Nueva York. Por consejo del padre de Nancy, abrió una especie de almacén y de taberna, donde vendía té, tabaco y gin, entre otras cosas. Todo fue muy bien al principio hasta que se desencadenó una epidemia de fiebre amarilla. Los Da Ponte se mudaron entonces a Elizabethtown, una pequeña población donde compraron una propiedad. Lorenzo inició otro negocio, pero no funcionó, de modo que regresó otra vez a Nueva York. Tenía sesenta años. Se le ocurrió recurrir al mismo recurso que le había dado buenos resultados en Londres. Abrió una librería de libros italianos en Broadway y dio clases de literatura en ese idioma con mucho éxito.

Apenas alcanzada cierta bonanza, Lorenzo, con su intacta vocación para el desastre, quiso hacerse de más dinero y se asoció a un destilador de licores. De inmediato, empezaron los problemas. Pero esta vez, Da Ponte prefirió alejarse de Nueva York y de la incertidumbre. Se refugió en Sunbury, donde también vivía su cuñada y abrió un comercio de drogas farmacéuticas. Volvió a dar clases de italiano y también instaló una destilería donde se fabricaba aguardiente de excelente calidad. La prosperidad llegó otra vez. Pero Da Ponte se accidentó y debió dejar la administración de sus negocios a un hombre, en apariencia confiable, que lo arruinó. Vendió lo poco que le quedaba y, después de muchas peripecias, regresó a Nueva York. Pudo alquilar una casita, amueblarla y ocuparse de la educación de sus dos hijos, Lorenzo y Carlos. Además, inauguró una librería y enseñó italiano de nuevo.

Su actividad como docente y pionero de la difusión de la cultura italiana recibió un gran reconocimiento. En 1825 Da Ponte obtuvo la autorización para enseñar italiano en el Columbia College al cual, a cambio, donó miles de libros italianos. En esta prestigiosa universidad fundó la Facultad de lengua y literatura italianas. Tuvo el privilegio de ser el primer profesor de América en enseñar «La Divina Comedia» de Dante. En 1830 comenzó una actividad teatral y en 1833 inauguró la Italian Opera House. Fue su última aventura: Da Ponte murió el 17 de agosto de 1838 en la ciudad de Nueva York.

Impresionante ¿verdad?

NAS: alternativas para almacenamiento de datos en red

[meño_on] Si tenemos varios equipos en su casa o en la oficina, el almacenamiento centralizado puede ser una tarea bastante desesperante. De forma hipotética, lo que queremos es que los archivos estén disponibles para todos los equipos. Con esto lo que podemos perseguir es tener un backup centralizado de todo, o tener un lugar en el que compartir todos los ficheros para todos los equipos. Hay varias maneras de lograr esto.

Para los usuarios de Windows, la forma más fácil es activar el intercambio de archivos (compartir, en otras palabras), pero hacerlo expone los archivos a un riesgo potencial importante de seguridad; además el rendimiento no es precisamente una maravilla. Es una solución perfecta para transfencia y/o almacenaje ocasional de archivos, pero no lo suficientemente rápido como para usar y abrir los archivos en tiempo real de un ordenador a otro. Además, compartir archivos en Windows no es tampoco la mejor opción para entornos con múltiples sistemas operativos como Mac OSX y Linux.

Una opción es utilizar un hardware basado en NAS (Network Attached Storage). Varios fabricantes ofrecen soluciones para compartir unidades de disco individuales. Estos dispositivos a menudo vienen en un tamaño reducido y son fáciles de instalar. Sólo tenemos que añadir una o más unidades de disco duro y conectarlo a la red Ethernet para comenzar a compartir archivos. Si bien esta es una buena opción para aquellos que quieren un sistema fácil, tiene algunas desventajas en comparación con la construcción de un sistema NAS que utilice un PC como base.

Desventajas de los sistemas NAS autónomos:

  • Menos opciones de expansión. La mayoría de ellos tienen 3-4 bahías de expansión para introducir discos duros en su interior. Si se quedan cortos, en ocasiones existe la posibilidad de conectar unidades externas vía USB 2 o eSATA. El problema de añadir dispositivos externos es que se multiplican las posibilidades de fallo…
  • Presentan un rendimiento potencialmente menor, ya que suelen usar CPUs de bajo consumo, poca memoria y conexiones Ethernet poco rápidas.
  • Son menos flexibles, ya que suelen incorporar software propietario.

Algunas ventajas:

  • Son sistemas muy fáciles de usar. No tenemos que comernos la cabeza con instalaciones complejas/más complejas/complejísimas.
  • El hardware habitualmente está correctamente testeado y es perfectamente compatible entre sí. No tiene sentido que te vendan un NAS en el que la memoria da problemas de compatibilidad con la CPU…

Si queremos hacernos nuestro NAS basado en un PC, y tenemos una antigua máquina por casa o en la oficina muerta de la risa, lo tenemos muy fácil. De momento he encontrado dos alternativas fáciles posibles: Openfiler y FreeNAS.

Ventajas respecto a un NAS propietario:

  • Al ser OS UNIX hablamos de sistemas robustos, seguros y gratuitos.
  • Son soluciones potentes y altamente escalables. Incluso un PC viejo muerto de la risa es perfecto para construir un NAS.FreeNAS requiere una CPU Pentium con al menost 64 mb RAM mientras que Openfiler requiere una CPU de 32 bits con al menos 512 MB de RAM.
  • Podemos ejecutar comandos UNIX en ellas, aplicaciones UNIX, retocar/tocar/construir cositas…
  • Alto rendimiento. Posibilidad de instalar varias tarjetas de red funcionando simultáneamente. Esta posibilidad es muy interesante, podemos balancear la carga, crear conexiones de seguridad, redundantes…
  • Se pueden implantar cositas que te harán la vida más fácil: servidor FTP, cliente bittorrent, administrador de impresoras, conexiones https, uso de rsync, VPNs, acceso LDAP, conexiones iSCSI, …

Y algunas desventajas:

  • Hablamos de UNIX/Linux… [modo_caspa_on]. Linux/UNIX a veces puede ser un poco críptico. No esperes tener un manual de usuario encuadernado y en tapa dura 🙂
  • Posibilidad de existir conflictos de hardware y problemas de configuración.
  • Mayor tamaño y consumos de energía mayores que un NAS box.

Mis necesidades son las siguientes:

  • Tengo unos 10 PCs en el trabajo y necesito un sistema en red en el que compartir de forma comunitaria los archivos.
  • Dicho sistema calculo que puede rondar, para trabajar de forma holgada, en unos 2 Tb de capacidad.
  • Necesito redundancia de datos, bien en la propia máquina o en una remota en espejo.
  • Necesito altas velocidades de transferencia. Se manejan ficheros de cierto tamaño.
  • Se requiere fiabilidad en la conexión. Muchos ficheros se van a editar a través de la red local. Un corte en la conexión de red debe estar contemplado y manejado.
  • Debe ser un sistema que me permita hacer backup de mis servidores web/correo de manera fácil.

Visto todo esto, me decanto por lo siguiente:

  • Dos discos duros sATA barracuda Green de 2 Tb para trabajar en Raid 1. Prefiero lógicamente seguridad y redundancia en vez de un Raid 0 que vía ethernet me va a aportar más bien poco. Descartado el Raid 5 por pasta… ¡por algún lado hay que cortar!
  • Tarjetas de red Gigabit para todo el mundo. Muchas de las placas madres ya las incorporan, pero hay alguna que todavía usa 10/100 MBps.
  • Un switch 3Com de 24 puertos Gigabit.
  • Cableado de red de calidad. De nada sirve tener conexiones Gigabit o 10GigaBit y los cables son una castaña.

Y la pregunta del millón: ¿FreeNAS o Openfiler?

He leido hasta la saciedad pros y contras de cada uno de ellos. En términos generales se suele hablar de un mayor rendimiento de Openfiler, pero lo cierto es que la nueva release de FreeNas 8.0 gana cada vez gana más adeptos. Ha sido reescrita desde cero respecto a anteriores versiones y además incorpora el sistema de ficheros ZFS (las ventajas de usar ZFS son muchas).  En Openfiler hay una cosita que me toca un poco los pies… ¡la documentación es de pago!

Hay innumerables diferencias entre ambos sistemas. Con un poco de Google se encuentran numerosos reviews que comparan ambos sistemas.

En principio me he decantado por usar FreeNas. Me ha encantado la idea de que el sistema base pueda incluirse en un pendrive de 1Gb. Esto te permite la posibilidad de usar todas las conexiones IDE/SATA para discos. Además, me quito un disco duro de encima… con las posibilidades de error, ruido y calor que conlleva.

¿Problemas? Unos cuantos:

  • Si queremos usar ZFS hay que irse a una arquitectura de 64 bits. Existen versiones i386 y amd64 de FreeNas. El problema es que ZFS devora máquina y memoria. Hay quien recomienda al menos 4 Gb de ram y arquitectura amd64  para un sistema decente. Se habla incluso de 1 Gb de memoria ram extra por cada Tb de HD.
  • Mi error: implantar un ZFS con los dos HDs de 2 Tb en raid 1 en un pc no demasiado moderno con 1 Gb de ram y una distro de FreeNas i386. Al poco tiempo empezaron a aparecer kernel panics de la forma kmem_malloc error. El error está bastante documentado pero no hay tu tía… he tenido que pillar una palca nueva y más memoria para implantar el NAS.
  • El sistema recién instalado requiere rebootear. Me volví loco un buen rato probando opciones que no funcionaban. Al instalar… rebootea.
  • La velocidad de momento no está mal, aunque necesito optimizarla. Me copia 1 Gb  en menos de 30 segundos. Seguiré trabajando en ello…
  • Los cuelgues que he tenido debido al kernel panic han sido nobles (hablando en términos taurinos). He reiniciado y todo estaba en su sitio. No se ha perdido información y no ha habido desastre alguno.
  • ¡La password de root para acceder vía consola no cambia, aunque la cambies en una sesión SSH! hay que cambiarlo en el GUI web.
  • La sincronización vía rsync con los servidores web/correo no ha dado ningún problema. Es una manera fácil y barata de tener todo con copia de seguridad.
  • FreeNas se basa en FreeBSD. No he usado nunca FreeBSD y controlo poco… aunque al final todo se parece a todo…
  • La password de root para acceso ssh no es el usuario/pass que se introdujo en la instalación. Ésta es siempre admin/freenas por defecto. (recuerda… cambiar vía web en la GUI…).
  • De momento el NAS tiene sólo una tarjeta Gigabit. Mañana podré 1-2 más y jugaré con las opciones que ello me brinda (redundancia, balanceo de carga… suena interesante).
  • La GUI me gusta. Simple y práctica, aunque echo de menos algunas cosas: acceder a crontabs, algunos comandos básicos de linux…
  • El sistema para compartir ficheros tanto en Linux, como en Windows como en Mac ha funcionado a la maravilla desde el primer momento.
  • Tengo pendiente monitorizarlo vía SNMP con Cacti. FreeNas permite hacerlo en principio sin problema.
  • El sistema permite envía emails al admin con incidencias y avisos. Es una opción que me encanta de los raid por soft: te enteras de cosas que mediante los raid por hard en ocasiones ni hueles (a no ser que estén bien gestionados…).
  • La instalación desde una ISO en CD al pendrive de 1 Gb ha ido sin problemas. Instalas el soft, arrancas desde el USB, y ya puedes acceder al NAS directamente.

Una curiosidad: en el desarrollo de FreeNas hubo una facción rebelde que se separó y se dedicó a migrarlo a Debian 🙂 El proyecto es Open Media Vault y parece que está a punto de salir a la luz. Me encantaría usar mis apt-gets para gestionar y actualizar mi NAS, pero ya veremos.

Hay otra alternativa a todo esto: montar un servidor Linux con lvm, samba, apache, ftp, smartmontools, hddtemp, rsync, … a pelo. Pero eso es harina de otro costal.

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