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Unidos para siempre

Corría una calurosa tarde de hace exactamente cuatro años ahora, cuando una pareja de novios se encamina a una conocida joyería del centro de Madrid.

-Buenos días, veníamos a encargar nuestras alianzas de boda

-Muy bien. ¿modelo «clásico» o de perfil «avellanado»? Son más cómodas estas últimas.

La pareja se decanta por el perfil avellanado. El dependiente les ha convencido con sus argumentos.

-¿Y el modelo? ¿tienen ya escogido el tipo de alianza? -inquiere el vendedor-

-Sí, van a ser alianzas diferentes

-¿Diferentes? ¿no van a llevar la misma alianza?

-Efectivamente. No llevaremos la misma alianza.

-Perfecto. Si me permite, vamos a medir el diámetro del dedo para que ajuste adecuadamente.

El vendedor saca su muestrario de tallas, y busca convenientemente la talla correcta para cada uno de los novios.

-¿Y las inscripciones? ¿Van a poner nombres y fechas? -Vuelve a preguntar el vendedor-

-Sí. 13-7-2007 Evaluna para mí. -Contesta la novia-

-Perfecto. 13-7-2007 Eva Luna. -Confirma el vendedor-

-No, 13-7-2007 Evaluna.-Corrige la novia-

-¡Ah! Correcto. Gracias, Eva.

-No, yo no soy Eva… Soy Ana

-Pero… ¿la alianza no es para usted?

-Sí, lo es, pero me llamo Ana.

-Entonces… Eva de nombre y Luna de apellido…

-No, es Evaluna. Si me permite, se lo voy a escribir yo misma en la hoja de pedido.

El vendedor no podía entenderlo. Una dependienta cercana comenzaba a mirar de reojo la escena…

-¿Y para usted? -Inquirió el dependiente dirigiéndose al novio-

13-7-2007 Mstislav

-¿Es usted Mstislav?

-No, soy Manuel

-Pero ¿no decían que las alianzas son para ustedes?

-Sí, efectivamente lo son. Por favor… limítese a escribir los nombres y las fechas que le estamos indicando. M-s-t-… -deletreó-

-Correcto. No hay problema. ¿A nombre de quién pongo el pedido? ¿A nombre de Eva?

-A nombre de Ana y Manuel, por favor -Respondió el novio-

El vendedor no encontraba sentido alguno a la situación en la que se encontraba embarcado. La dependienta, que antes se encontraba escasamente a un par de metros, se había acercado a la escena para confirmar en primera persona que los nombres y las fechas que los novios habían solicitado estaban correctamente escritas en la hoja de pedido.

-Pefecto. No hay problema. Aproximadamente en 10 días las pueden recoger.

-Muy bien, muchas gracias -se depidieron los novios-

-Gracias a ustedes. Adios Eva, Adiós… -comenzó a despedirse el vendedor-

-Ana, me llamo Ana -respondió la novia mientras se alejaba del mostrador-

Los novios salieron de la joyería esbozando una incontenible sonrisa. Atrás quedaban los dos dependientes, absolutamente perplejos.

Ni con el pétalo de una rosa

Ayer asistí a la representación de Ni con el pétalo de una rosa, una obra de Nieve de Medina, protagonizada por Arantxa Aranguren, Marta Poveda, Nieve de Medina y Rafael Rojas. Como aliciente especial para mí contaba con la aparición de mi querido amigo Ángel como encargado de dar el punto musical a la representación.

La obra presenta un tinte algo desgarrador, en el que la música de violín (a cargo de Ángel) coqueteaba con el propio devenir de la obra. Como dato curioso os comento que se representa, no en el interior del teatro, si no en el vestíbulo del mismo. Nieve de Medina la concebió para representarla en este concreto lugar, con este concreto elenco de actores.

La interpretación me pareció soberbia, y me introdujo de pleno en la trama a los pocos minutos de su comienzo.

La temática… el maltrato de género. Un tema sin duda de actualidad desarrollado a lo largo de toda la representación con bastante rigor y dureza.

Gracias a los participantes por el rato que me hicisteis pasar. Gracias Ángel… por tu arte 🙂

¿Cuál es el motor de tu vida?

¿Alguna vez te has preguntado cuál es el motor de tu vida? ¿Tus hijos? ¿El dinero? ¿La familia? ¿El reconocimiento social? ¿la envidia? ¿la ambición? ¿La felicidad? Pero la felicidad ¿vestida de qué?

Uno de los sentimientos que mueven a los humanos de forma más poderosa es la culpa. Hace tiempo soporté tremendos kilos de culpa. Ahora, librado ya de esa pesada carga, me doy cuenta de ello y reflexiono con frecuencia sobre el tema.

Ver la culpa con la luz adecuada, nos permite entender que es una válvula de seguridad para la condición humana. La culpa significa que hay una manera correcta e incorrecta de hacer las cosas y que hay estándares de lo que es bueno y de lo que provocará sentimientos de culpa. El “gen” de la culpa es algo con lo que todos nacemos. Para ilustrar esta verdad, simplemente observa a un niño pequeño.

La culpa nos dice que hemos violado algo y que tenemos que buscar la forma de reparlo. Nos podemos sentir culpables por muchas cosas, por ejemplo cuando decimo NO, cuando comemos demasiado, cuando pedimos ayuda, cuando traicionamos a alguien…

El mensaje implícito en la culpa es: «hice algo malo». Esta emoción nos lleva a la vergüenza, la depresión, la ansiedad, lástima de uno mismo. Inconscientemente estamos buscando que  nos castiguen. Quizá el error reside en que no aceptamos las realidades o las consecuencias de nuestras acciones.

¿Te sientes culpable por algo? ¿Has intentado alguna vez superar ese sentimiento?, ¿Pudiste lograrlo?, ¿Sabes por qué?. La culpa es uno de los sentimientos que nuestro ego emplea para condicionar nuestra vida y lo que percibimos/interactuamos de ella. Aunque originalmente una creación nuestra, el ego, a medida que vamos otorgándole más y más poder, adquiere cierto grado de autonomía.

Nuestras formaciones mentales, nuestros paradigmas, hábitos y pensamientos matizan nuestra percepción la realidad. Gracias a ellos podemos percibir, clara o distorsionadamente, el papel que desempeñamos en nuestro medio. Es aquí donde el sentimiento de culpa juega un papel importante en la forma en que nos relacionamos con las demás personas.

¿Puede el sentimiento de culpa tener un papel importante en nuestras relaciones? Sí, simplemente porque se lo permitimos. Es algo que hacemos conscientemente, aunque tal vez engañados (autoengañados… curioso ¿verdad?) Una vez que comprendemos los mecanismos que usa el ego para dar relevancia a la culpa es sencillo de comprender.

Una persona en su sano juicio jamás le daría importancia a un sentimiento que no le beneficia; sin embargo dotamos de una importancia increible a la culpa. Podemos autoengañarnos de nuevo, diciendo que es responsabilidad… que es importancia… El ego rara vez muestra la culpa como tal. Trata de disfrazarla haciéndonos sentir importantes o responsables para realizar ciertas acciones, de esta manera las hace parecer importantes y nos convence para aceptarlas.

¿Te sientes culpable por algo? ¿recuerdas la última vez que dijiste NO? ¿evitas a alguien por temor o vergüenza? ¿has decepcionado a alguien hace poco y te incomoda este hecho?

Piensa sobre todo ello… a lo mejor la culpa mueve más tu vida de lo que crees 🙂

¿Cuántos amigos tienes?

En ocasiones me resulta curioso ver en Facebook que fulanito/a tiene más de mil amigos. ¿Qué pensáis sobre esto?

Según parece, para determinadas personas tener un mayor número de amigos supone una mayor integración en las redes sociales. Dicho esto… ¿parecería como si necesitáramos expresar a través de las redes sociales que nuestra vida real no es totalmente plena?

De manera objetiva, parece ser que el número de amigos que tenemos en Facebook es una expresión de nuestro estrés y está ligado al tamaño de nuestra amígdala cerebral. La amígdala cerebral es un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales de los vertebrados complejos, incluidos los humanos. Forma parte del sistema límbico (término últimamente en desuso por su imprecisión), y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales. Cuanto más grande es la amígdala cerebral de una persona, mayor es el número de amigos y familiares con los que se relaciona.

El estudio realizado por psicólogos de la Universidad Napier de Edimburgo compara a Facebook con los juegos de azar, dejando a los usuarios una cierta ansiedad después de abandonar el sitio: se tiene  miedo a perder información social importante o a ofender a sus contactos. Curiosamente se encontró  que los usuarios se encuentran presionados, intentando ser ingeniosos y divertidos en sus actualizaciones de estado y comentarios.

Otros datos interesantes:

  • 12% de los encuestados dijo que Facebook les provoca ansiedad
  • 63% tardan en responder a solicitudes de amistad
  • 32% de los que rechazan solicitudes de amistad se sienten culpables
  • 10% admitió disgustarse por recibir solicitudes de amistad

¿te ubicas en algún grupo de estos? ¿Facebook es un recopilatorio de amigos, de conocidos o sólo de contactos? ¿dejas a tus «sólo contactos» que se introduzcan en tu vida privada? ¿por qué? ¿rechazas solicitudes de amistad? Si lo haces… ¿te produce cierta ansiedad el hacerlo? Si no lo haces… ¿por qué? ¿Aceptas amigos y luego los ocultas o repudias? ¿usas la técnica «del remojo» (dejas en remojo las solicitudes de amistad, sin rechazarlas ni aceptarlas)?

iPhone: el caballo de Troya de Apple

Es la trampa perfecta: probar a ver qué tal el iPhone (3, 3S, 4… da igual…). Me ha ocurrido, nos ha ocurrido y seguirá ocurriendo (Evaluna dixit).

Toda la vida fieles a Nokia, a Android o a Blackberry. Toda la vida fieles a PC, a Windows. Toda la vida sufriendo sin saberlo.

De repende un día dices: «¿Y si pruebo el iPhone? No tiene mal aspecto. A fulanito/a le va muy bien».

Lo pides, esperas en ocasiones. Incluso te gastas una pasta… Lo recibes y… ¡Ya está! Tienes tu particular caballo de Troya en tu casa. El enemigo se te ha metido hasta la cocina.

Te apasiona su estética, su acabado, su tacto. Descubres que es un chisme tremendísimamente más usable/manejable/accesible que todo lo que has probado hasta el momento. Descubres su estabilidad, la facilidad para instalar Apps con un par de toques de dedo. Descubres su conectividad permanente a todo lo que pilla (web, email, rss, redes sociales, ssh, ftp, …).

A lo mejor algún aspecto te incomoda, como su hermetismo frente a determinados usos, la duración de su batería, pero los contrarrestas sin darte cuenta con el resto de facilidades. Te planteas hacerle jailbreak. Lo pones a tu gusto. Lo llenas de Apps útiles o inútiles, da igual. Apple te ha seducido.

Ahora, el siguiente paso: «y si mola tanto un simple teléfono ¿molará tanto en un portátil? ¿y en un ordenador de sobremesa?». En ese momento has sucumbido a Apple.

Empiezas a mudar todos tus dispositivos a Apple. Tu PC, tu reproductor MP3, tu portátil, tu ratón, tu teclado… te has convertido en un ferviente seguidor de la secta, pero te da igual. Estás plenamente convencido. Te das cuenta que Apple encaja contigo. ¿cómo es posible que no te hayas dado cuenta antes? El envoltorio de todo lo que compras, su minimalismo y diseño, sus «problemas cero». Te enamoran hasta los baños del servicio técnico de Apple (literalmente), y esos señores con bata blanca que te reciben sin estreses y te escuchan. Eres un sectario, ya no hay vuelta atrás. Amarás la manzana sobre todas las cosas. Ves la vida en aluminio mate. Tocas la pantalla de tu plasma con dos dedos sin darte cuenta. Difundes la palabra de Steve…

¿porqué no pruebas un iPhone? a lo mejor te gusta. A mí me va bien 🙂

PC City cierra sus puertas

No podía ser de otra manera.

Me acabo de enterar de que PC City ha anunciado a su comité de empresa el cierre de las 34 tiendas que tiene en España y la presentación de un Plan de Regulación de Empleo que afectará a los 1.224 trabajadores de la plantilla, debido a la caída del consumo.

¿debido a la caída del consumo? Yo diría debido a la caída del consumo unida a una pésima gestión empresarial de atención al cliente.

No falla… he intentado comprar allí en varias ocasiones, con el dinero/tarjeta caliente en el bolsillo… nunca he podido.

Porque no encuentro a quien me atienda. Porque quien me atiende no tiene la más mínima gana de vender. Porque lo que busco ni lo tienen ni tienen la más mínima intención de tenerlo…

La última vez fui a comprar un plasma de 40 pulgadas. Lo tenía decidido. El modelo estaba en exposición. Había en stock. Todo perfecto…

A la hora de comprarlo le indiqué al vendedor que me gustaría ver funcionando el que tenían en exposición. Más que nada para al menos ver una vez en marcha un chisme que costaba una pasta.

El vendedor me indicó que, claro… habría que ponerle una antena, o conectar un DVD para poder ver algo… y que claro… era complicado…

¡impresionante! Salí una vez más con las manos vacías.

No me extraña el cierre, la verdad.