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Hemos cambiado de piso. Un concepto tan sencillo como el de cambiar de residencia habitual trae consigo un sinnúmero de pensamientos, avatares, alegrias y algún que otro sinsabor.

La pequeña historia se remonta a apenas un par de semanas. Visitamos un piso (estábamos buscando sin prisa/sin pausa) y a los pocos segundos de pisarlo, lo tuvimos claro: ¡era el que estábamos buscando!

Después de la meteórica carrera para adelantarnos a otra persona que estaba interesada y que dio muestras antes que nosotros, conseguimos hacer efectiva la entrega de una señal y reservarlo para nosotros.

Ahora empieza lo bueno: la mudanza.

No en vano, la mudanza aparece como una de las causas más frecuentes de depresión/estrés/desorden mental, compartiendo taquilla con el divorcio, la pérdida de un familiar cercano y la pérdida de trabajo.

Estructuras mentalmente todo lo que posees. Tus pertenencias, los muebles, etiquetas como indispensable y preciso lo que has de llevarte. Primera valoración: unas 200 cajas + muebles… chungo.

Comienza el casting de empresas de mudanza. Unas te inspiran confianza nula, otras casi nula. Algunas, las menos, te gustan. Los presupuestos oscilan entre los 350 y los 2500 euros. ¡locura! ¿Atender al instinto? ¿o a aspectos meramente económicos? El instinto… ¿en qué se basa? ¿en un comercial correctamente vestido y que viene a conocerte y valorar tus pertenencias con un iPad? ¿en que posee una voz melodiosa y te explica todo pormenorizadamente?

Es como las enfermedades. Si se te ocurre consultar foros y experiencias se te pone el pelo de punta. Aún así lo creí necesario.

Se plantean mil dudas al respecto. ¿Cómo se controla el número de cajas ante una posible pérdida? ¿el seguro de la mudanza cubre todo? ¿qué plazo hay para reclamaciones? ¿las cajas se numeran y controlan? ¿quién vigila el camión y los enseres mientras se realiza la mudanza? ¿el personal que vendrá… estará cualificado? ¿es mejor que uno mismo embale los enseres que considera más frágiles?

Controlar todo es literalmente imposible. Después de aceptar uno de los presupuestos, me abandoné a mi suerte. No se puede controlar todo el proceso, es imposible. No te queda otra opción más que confiar en la divina providencia y que la empresa que hayas contratado realice su labor lo mejor posible.

El proceso de preparar todas tus pertenencias para una mudanza es peculiar. Te planteas todo aquello que quieres conservar y lo que no. A mí personalmente me ha servido para reflexionar mucho sobre el apego que de forma casi innata mostramos hacia las cosas, hacia los bienes materiales. ¿para qué quiero conservar esto? ¿por qué lo he guardado durante tanto tiempo? ¿realmente me es útil? ¿lo he usado/disfrutado alguna vez? Yo soy más bien de los de guardar, pero la mudanza me ha servido como ejercicio mental para dejar atrás todo lo que no es necesario, todo lo prescincible. Calculo que unas 60 bolsas de basura grandes (gigantes) han ido a la basura durante el proceso de empaquetaje. Una sensación altamente adictiva (la de tirar cosas).

Llega el día de la mudanza. El número de embalajes prometido es insuficiente. La empresa no da señales de vida durante el fin de semana. El comercial no responde al móvil. No existen reservas en la acera aledaña para aparcar el camión. El personal hace más de una hora que debería haber aparecido… crecen los nervios y las sospechas. ¿la empresa será una tapadera? ¿cuando carguen los enseres en el camión… ¿quién me asegura que no se van con ellos a otra parte? Visto así… sería una opción de robo de domicilios perfecta.

A los minutos las dudas se van despejando. El personal de la mudanza aparece. El camión intenta aparcar donde puede. El encargado de la mudanza me indica que reservar sitios para aparcar con los pertinentes permisos del ayuntamiento no suele ser fructífero. Me piden excusas por la falta de cajas para embalaje.

Comienzan a cargar el camión y a envolver en mantas los muebles. Es imposible vigilar a cada uno de los operarios e indicar «cuidado con eso…», «cuidado con lo otro…». Me pongo en manos de ellos. Es imposible controlar todos los procesos…

La mudanza terminó a las 1:30 de la madrugada aproximadamente. Apenas hay desperfectos. Parece que todo el material ha llegado sano y salvo a su nueva ubicación.

Ahora tan sólo quedan unas 150 cajas para desembalar y ordenar. Eso sí… feliz, muy feliz 🙂