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Ayer mi querido amigo Ángel nos regaló una de esas cosas que sólo él sabe hacer: las tres primeras suites de Bach (para violoncello solo).
El concierto se desarrolló en la Iglesia Evangélica de Madrid y tuvo como artista invitado a Daniel! (bueno… él y su madre se pasaron casi todo el concierto fuera, pasando frio).
Me encantó ver la reflexión sobre las suites que ha realizado Ángel y por supuesto, la interpretación.
Qué recuerdos, pisar de nuevo la Iglesia Evangélica. En ella, junto con la Sociedad Bach (DEP), tocamos hace años una cantidad ingente de Cantatas.
Recuerdo que hace años, cuando abordé por primera vez el estudio de la primera suite pensé: «¿¿y tanto para esto??» Llevaba años ayendo hablar sobre la dificultad de las suites y el aspecto técnico del preludio de la primera no me pareció nada del otro mundo. Curiosamente Óscar me hizo la misma reflexión haces unos meses, cuando comenzó a estudiarlas. No pude evitar sonreir… le preguntaré dentro de un tiempo, cuando se le pase esa enfermedad que le aqueja llamada pubertad/adolescencia/osadía. Seguro que su parecer habrá cambiado 🙂
Creo que la interpretación de las suites debería ser como el montar en moto: debería estar prohibido para gente de menos de 30 años (salvo excepciones honrosas, claro… ¡y me refiero a la moto!).
Ahora a esperar a la próxima entrega de las suites: el día 20 de marzo de 2011.